En memoria de la memoria
A autora rusa María Stepánova intenta abarcar no seu último traballo En memoria de la memoria a imposibilidade de reconstrución do pasado, os interminables vacíos da historia familiar (e tamén da historia de Rusia e Ucrania) e o perigoso que é, ás veces, o culto a esa memoria gardada e escrita. Stepánova vólcase - mesturando crítica artística, prosa poética, curiosidades, anotacións e reflexións académicas - sobre fotografías, diarios e cartas atersouradas no seu entorno para trasladarnos a idea de que nin sequera cando unha se mergulla na memoria familiar, algo tan íntimo e achegado, se accede a un relato estable, definitivo e completo.
"Los diarios de la tía Galia constituían listas semejantes de todo lo ocurrido durante la jornada; listas sorprendentemente detalladas, a la vez que sorprendentemente parcas. En sus páginas aparecía documentados con todo detalle las horas en que se levantaba y acostaba, los programas de televisión que veía y las llamadas telefónicas que recibía, anotaba las señas de las personas las hacían y también registraba lo que comía o cocinaba. Y al mismo tiempo, lo que se ocultaba con virtuosismo y celo era el contenido del día, todo aquello que lo llenaba. Escribía, por ejemplo: «Estuve leyendo un rato», pero nada decía de la lectura misma, ni del juicio que registraba de esa manera. Pero no había pistas del contenido de esa vida: ni una palabra acerca de sí misma o los demás, nada que rebasara los detalles prolijos o concisos que fijaban el transcurso del tiempo con exactitud notarial. Jamás me abandonó la idea de que esa vida tendría que asomar en algún momento, mostrarse siquiera una vez y reverlarlo todo de sí. A fin de cuentas, su vida fue un ejercicio intensivo de lectura y, por lo tanto, de reflexión, y consistió también en la prolongada cocción de toda suerte de caprichos y agravios apuntados en diversas direcciones, que significaron siempre mucho para mi tía y ocuparon buena parte de su existencia. (...) Pero nada de ello había en los cuadernos. Había matices y semitonos, algunos pliegues del texto que contenían alguna emoción: algún hurra en el margen en ocasión de una llamada de mi padre o mía, alguna que otra frase amarga, aunque escasamente explícita, en los aniversarios de sus propios padres. Básicamente, eso era todo. Era como si el objectivo principal de cada anotación, de cada cuaderno llenado año tras año, fuera dejar un testimonio fidedigno de su vida externa, mientras que la vida verdadera, su vida interior, se la guardaba para sí. Mostralo todo. Ocultarlo todo. Conserva a perpetuidad.
¿ Por qué daba tanto valor a esos cuadernos? ¿Por qué los mantuvo a su lado hasta el último día, temiendo que se perdieran, y pedía que se los acercaran? Tal vez fuera que aquel texto tal como resultó, y resultó ser un relato acerca de la soledad y el hundimiento progresivo en la nada, tenía para ella la fuerza de un escrito de acusación: el mundo y nosotros deberíamos leer todo aquello y comprender de una vez por todas lo mal que nos portamos con ella".
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