Oposición

A autora Sara Mesa regresa ás librarías coa súa novela Oposición (Anagrama) na que recorda os seus vellos tempos como empregada pública. Unha historia na que fala con sorna sobre a burocracia administrativa e na que fai reflexionar sobre a forma na que a sociedade se organiza no medio do tedio, o baleiro laboral, a rutina e a promesa dun futuro seguro.

"En un arranque de iniciativa, redacté un documento con información que recopilé acerca de las OMPA de otros organismos, comparando sus características mediante gráficos y tablas atiborrados de todos los datos que pude reunir. Eso me tuvo entretenida un par de días, pero luego no supe que hacer con el resultado. Mi intuición me decía que era mejor no enseñarlo, pero aun así lo imprimí y se lo llevé a Teresa cuando tuvo a bien recibirme. Dejé el documento encima de su mesa y ella lo miró sin tocarlo, echándose hacia atrás en el respaldo del sillón, como si le hubiera soltado un sapo repulsivo allí mismo, ante sus ojos. ¿Qué es esto?, preguntó, pero no me dejó explicarme, solo conseguí articular un par de frases que cortó de inmediato. ¿ Quién te ha pedido que hagas esto?, preguntó. Tú no tienes ni idea de cómo funciona la administración, ¿verdad?, y obviamente no era una pregunta, así que me abstuve de responder. Esto, dijo cogiendo el informe por la esquina de la grapa y volviendo a soltarlo luego con muhco escrúpulo, es un trabajo que corresponde a otro departamento, no debes hacerlo tú porque es de ellos. Ah, no sabía que ya se hace, dije. No, no se hace, me corrigió. Pero si se hiciera, si algún superior decidiera que debe hacerse, serían ellos, los de ese departamento, los encargados, no yo. Yo no podía atribuirme las funciones que me diera la gana así porque sí, porque entonces estaba pisoteando a los compañeros incluso sin pretenderlo. Ella sabía que mis intenciones eran buenas, no dudaba de la bondad de mis propósitos, pero ¿por qué no me ceñía a más competencias y dejaba de entretenerme y experimentar?

Pero yo estaba perdidísima respecto a mis competencias. Perdidísima respecto a todo, en realidad. Las ideas que me había figurado sobre el trabajo de oficina distaban mucho de lo que iba descubriendo cada día. Había imaginado una maquinaria bien engrasada, un mecanismo donde había que colocar una pieza que faltaba, y esa pieza era yo. Si resultaba ser o no el trabajo de mis sueños era lo de menos, porque yo no pensaba en esos términos. Era, en todo caso, el empleo que me proporcionaría la vida que todavía no había podido tener, la vida de la emancipación y de la libertad. Una oportunidad que se me estaba brindando y que yo había acogido con regocijo, cómo si no, pensando en el futuro, aunque el futuro ahí, tal como me acababa de demostrar la reacción de Teresa, era imprevisible".
 

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