Despejado

Quedamos marabilladas con esta novela de Carys Davies, tanto pola historia como pola beleza da narración. Despejado (Libros del Asteroide) sitúase nunha illa remota máis alá das Shetland, en Escocia, no 1843. Neste momento realízanse os coñecidos como Desaloxos de comunidades rurais escocesas para dedicar as terras a ovellas, vacas e cultivos que produzan máis beneficios. Para iso os propietarios das terras teñen que desaloxar aos inquilinos que tiñan nelas, como é Ivar, o único habitante desta illa remota. Para desaloxalo envían a John Ferguson, un presbítero inmerso na Gran Ruptura na Igrexa de Escocia que ten dificultades económicas e acepta esta encomenda. O encontro entre ambos homes é o centro da novela e aborda cuestións como a soidade, o baleiro ou a linguaxe. Ivar é a única persoa que fala e comprende o seu idioma, un que ten palabras para os matices dos cambios de espesura da néboa ou da violencia das ondas. John Ferguson intenta aprendelo e escribe os termos que lle ensina Ivar, que ve por primeira vez a súa lingua nun papel.
Antes de la llegada de John Ferguson nunca había pensado en realidad en las cosas que veia u oía o tocaba o sentía como palabras. En los viejos tiempos, el ministro les había leído partes de la Biblia, en un idioma que ellos no entendían, y luego les había gritado en algo que se acercaba a su lengua. Pero era extraño pensar en una hermosa bruma, por ejemplo, o en el frío viento del nordeste que llegaba en primavera y estropeaba el maíz, como cosas sólidas sobre un papel que se pudiera tocar.
Se preguntaba, mirando las columnas de palabras, ninguna de las cuales podía leer — ni las de la izquierda, en el idioma de John Ferguson, ni las de la derecha, en el suyo—, si había una palabra en la lengua de John Ferguson para la emoción que sentía cuando deslizaba su dedo a lo largo de la línea entre ambas columnas de palabras, que le parecía que conectaba sus vidas del modo más intenso que cabía imaginar: palabras para aludir a la leche o al arroyo o al escarabajo de alas azules que no sabía volar, que vivía en el prado de la colina; palabras para «fletán» y «establo», y para el nudo que utilizaba en el ronzal de la vaca; palabras para «casa» y «mantequilla», para «hogar» y «suero de leche», para «algas» y para «gallinas».
Era como si nunca hasta ahora hubiese entendido su soledad del todo; como si, con la llegada de John Ferguson, se hubiese convertido en algo que no había sido nunca, o que no había sido en mucho tiempo: en parte hermano y en parte hermana, en parte hijo y en parte hija, en parte madre y en parte padre, en parte marido y en parte esposa.
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